Behavioral Strategy: un enfoque institucional
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Por Alfonso Muñoz. Miembro del Consejo Asesor del ILEE.
Representación fiel del concepto de intuición estratégica, el avance de planteamientos conductuales en el ámbito de la gestión empresarial significa la integración de disciplinas del comportamiento humano en áreas de los negocios formalmente desvinculadas de las primeras, teniendo como consecuencia una ampliación efectiva del alcance e impacto de las segundas.
Su desarrollo en el tiempo traza un patrón de adopción característico de innovaciones. Si la concesión del Nobel de Economía a Daniel Kahneman significó la aceptación de las Behavioral Sciences dentro de la comunidad científica, el status de best seller alcanzado por su obra sobre el modelo dual de pensamiento manifiesta la asimilación a escala global de esta heterodoxia en una lista innumerable de ámbitos.
En el capítulo estratégico, una simple inspección de tendencias de búsqueda global en internet revela cómo la huella del enfoque behavioral no llega a ser tan profunda en estrategia como sí lo es en otras áreas centrales a los negocios como la economía y las finanzas. Esto quizá no tanto porque el enfoque conductual en estrategia cuente aún con status de planteamiento herético como porque aquél sea de hecho inherente a las disciplinas estratégicas y hacerlo explícito signifique incurrir en redundancia.
Entrando en detalles prácticos, el impacto de extender el ámbito de la toma de decisiones estratégicas al área conductual ha demostrado ser capaz de ejercer una influencia organizacional positiva, ésta evaluada en términos de métricas tan tangibles como el ROI (Lovallo, Sibony, 2010).
En un contexto generalista, y tomando esta métrica como la aproximación de facto a la salud de una entidad, un desglose en las componentes que contribuyen a su incremento revela de manera clara a quién es atribuible el mérito: contar con procesos de análisis estratégico de calidad prevalece tanto sobre el nivel de detalle de los mismos como sobre su número. Sin embargo esto, efectuando el análisis en términos de proceso corremos el peligro de llegar a conclusiones que son específicas del contexto: ¿cómo determinar la calidad de un proceso de toma de decisiones estratégicas? ¿basta con integrar un control basado en perspectivas conductuales para reducir la parcialidad de dichas decisiones? ¿son intercambiables estas buenas prácticas a lo largo de funciones e industrias?
Por ello, entiendo que comprender la calidad de los procesos pasa por llevar a cabo un análisis fundamental de los mismos. O lo que es lo mismo, descrito en términos de marco estratégico: abordar la perspectiva de capital humano que subyace a la capa de procesos. Específicamente, centrándonos en la organización de individuos en instituciones así como un liderazgo capaz de lograr y poner en valor la calidad de las mismas.
Llegados a este punto, persuadir de la relación causal entre la calidad de las instituciones (incluyendo el correspondiente liderazgo institucional) y la buena salud de la organización a la que sirven requiere, además de sustento factual, entender el sentido de causalidad entre capital humano y el estado de salud organizacional. Si bien esta discusión se encuentra lejos de estar zanjada en círculos académicos, de acuerdo con el marco estratégico de análisis, la perspectiva institucional siempre precede en términos causales a la de proceso y, por tanto, a la financiera y tangible.
Para ilustrar con datos la intensidad de esta relación causal tomemos como caso de estudio las instituciones europeas y su impacto en el bienestar de los ciudadanos. Mapeamos en un ámbito EU28 los datos del informe más reciente de índice de calidad institucional EQI (Charron et al., 2018) con cifras Eurostat de GDP per cápita en 2016, con una granularidad territorial NUTS 2.
Reflejo de una diversidad de contextos socio – culturales en mayor o menor grado vinculados entre sí por el hilo conductor EU28, su representación es certera sobre la influencia que ejerce la calidad institucional sobre la prosperidad, en este caso de un territorio. A una conclusión similar sobre un contexto EU28 ampliado llega el estudio del Banco Central Europeo (Alvarez Orviz, Savelin, 2017), en un análisis detallado que disecciona la calidad institucional en componentes, considerando métricas del Banco Mundial.
Cerrando el círculo de este enfoque institucional a la estrategia conductual: contar con instituciones de calidad y con un liderazgo capaz de hacer partícipe al colectivo social de las mismas demuestra ser instrumental a la hora de alcanzar y sostener una ventaja competitiva que redunde en resultados tangibles. Si bien este patrón de inversión a largo plazo dista de ser algo nuevo, el enfoque conductual abre la puerta a un conocimiento más profundo de las capacidades estratégicas que las instituciones implementan. Integrar enfoques conductuales en el diseño y liderazgo de estas instituciones implica llevarlas al siguiente nivel. O dicho de otra manera: significa tener la llave de la creación de prosperidad.