Nuestros Principios
Algunos de los principios que inspiraron la puesta en marcha del Instituto son la curiosidad disciplinada, la innovación colaborativa, el pragmatismo apasionado o la exposición a nuevas ideas. En última instancia nuestro principal objetivo es contribuir a la generación de riqueza y bienestar de los españoles a través del desarrollo avanzado del liderazgo estratégico.
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Reconfiguración continua: Nada es estable, todo cambia y el pasado no es garantía de futuro. La metamorfosis es continua, la estabilidad debe ser combinada con dinamismo. La fluidez en el desarrollo y asignación del talento son vitales. Una visión estable es compatible con variedad y distintos modelos de ejecución.
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Desapego saludable: Lo que nos ha dado ventaja puede ya no darla, hay que cambiar de manera frecuente y sistemática. El énfasis en aprender de los cambios y adaptarse, incluso anticiparse, es vital. Es importante detectar y centrarse en alertas tempranas.
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Una asignación de recursos eficiente es crucial: los recursos clave deben estar bajo control central. Se debe organizar alrededor de oportunidades y no de ideas y planteamientos pasados. La obsolescencia de activos y personas se produce y necesita una adaptación firme y proactiva. La clave está en tener acceso a los recursos y no necesariamente su propiedad, los recursos externos pueden aportar mucho valor.
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Actitud y aptitud abiertas a la innovación: la innovación es un proceso sistemático y continuo que requiere adaptación constante y compromiso serio de recursos. La innovación afecta a todos y todos están obligados a innovar. La valentía y la introspección son fundamentales.
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Mentalidad de aprendizaje: la ventaja, con una presión creciente, está en el cambio y la adaptación. Es preciso cuestionar el estatus quo (de todos) para avanzar. No hay que tener miedo al descubrimiento y hay que estar orientado a opciones. La discrepancia es positiva, el encastillamiento en el estatus quo no lo es. Es necesario experimentar y aprender rápidamente.
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Flexibilidad personal: énfasis en ejecutores rápidos y eficientes. Respeto al individuo en un ambiente de pluralidad de todo tipo. Meritocracia y habilidades individuales que requieren actualización constante. El individuo (y no las organizaciones) debe gestionar y es responsable de su carrera (y su vida) de manera permanente.